lunes, 8 de junio de 2015

Un corazón en remate

  Realidad.

  La realidad que nos muestran los libros y películas se puede resumir en una simple palabra: AMOR. Todos buscan el amor, todos lo obtienen y cambian el mundo entero cuando lo encuentran,  mutando cada defecto en una bella virtud y superando cada obstáculo.
  Los libros y películas siguen una estructura que todos conocemos,una división de tres partes que alcanzan para cubrir toda una vida: un comienzo, donde se presenta a los personajes que -por supuesto- van a enamorarse, luego el famoso "nudo", ese desglose de un terrible problema o el descubrimiento de una gran mentira (pero tranquilos que esto no dura mucho) y por último, siempre aparece el desenlace final, donde, -en su mayoría- se resuelve el conflicto y los personajes terminan "felices por siempre". Esa es la fórmula perfecta para una historia.
  Por otro lado, la realidad cotidiana de todas las personas, o por lo menos mi realidad cotidiana esta muy alejada de eso. Nudo, desenlace, nudo, desenlace, mi vida se vive atando y desatando de las diferentes situaciones, atravesando momentos felices y tristes, altos y bajos. Tengo la suerte de tener una vida llena de colores y alegría, llena de sueños a futuro, diversión, amigos y familia que me rodean, pero le falta una parte elemental de la fórmula mágica: amor verdadero.
 Sí, en mi mundo veo amor por todos lados, en los ojos de mi mamá y en los brazos de mi papá, en mis amigos y mis perritos, en la gran totalidad de las personas que me rodean. Pero no hablo de ese tipo de amor. Mi más grande anhelo es conocer a alguien que me eleve al cielo con solo un pensamiento, una persona que me ponga la piel de gallina mucho antes de que nuestros cuerpos lleguen al tacto, un alma que se sienta divinamente elegida para corresponderme.
  Mi deseo de obtener ese amor, mi gran ilusión de perderme en un par de ojos y ser una fuerza impulsadora en la vida de otro, ser eso que enamora y enciende, que da luz y llena a un ser, ese deseo que nace desde el fondo de mis huesos, desde la parte mas profunda de mi alma, muchas veces me preocupa y hasta me asusta...
  Es que, con tal de sentir esa pasión que me imagino, ese deseo permanente por otra persona, ese vinculo que pareciera venir desde hace muchas vidas, con tal de aproximarme un poquito a ese sentir, daría todo y más.
  Me preocupa saber que prefiero sufrir una desgarradora desilusión, prefiero que mi corazón se rompa en tantos pedazos que ya no conozca el número que sigue, prefiero que mis ojos se sequen de tanto llorar, todo eso y más, es lo que prefiero antes que no sentir.
  Porque no sentir no solo me refriega en la cara la ausencia de ese amor que busco, sino que me lleva a regalar mi amor, a desvalorizarlo y ponerlo en remate con tal de que alguien lo tome.
   Quiero amor, quiero amor y lo quiero con todas mis fuerzas, pero, ¿Hasta dónde puedo llegar por obtenerlo? ¿Cuánto creo valer si voy vagando, desamparada, buscando una persona que me tome en sus brazos y me haga sentir amada? ¿Las novelas me mintieron y no existe tal cosa? ¿Me tengo que, simplemente, entregar a un hombre y esperar tener la suerte de que sea el indicado?
  Mientras tanto, defino cual es la realidad, mentras tanto, espero la llegada de esa "persona especial", elijo esperar. Espero porque confió, confió en la fuerza de mi deseo, en la fuerza de mi querer y por sobre todas las cosas, confío en que el amor existe. Pero también aprendo y crezco, elijo en qué creer y en qué no, y hoy sé que las famosas "almas gemelas" existen, esas dos almas que se pierden y se encuentran, que se buscan una y otra vez a lo largo de las vidas que transcurren. Pero tambíen elijo creer en mí.
Espero, creo, elijo y siento. Siento todas las emociones a flor de piel, siento con todas mis fuerzas cada estado emocional que transito, porque sentir es estar vivo, y si no sentimos, estamos muertos, y si estamos muertos, no podemos encontrar el amor.

miércoles, 3 de junio de 2015

Conversaciones ajenas, cuestión de percepción.

  Llego tarde, dos bondis no me pararon, hace frío y estoy resfriada. Mal día. Llega otro colectivo y este sí hace caso a mis señas desesperadas y pisa el freno.
  Subo al colectivo, saludo al chofer -gesto casi extinto-, le digo hacia donde voy a la vez que paso la sube y timidamente miro los lugares vacíos. Las primeras filas no cuentan, cuando te sentás en los primeros asientos lo más seguro es que en la siguiente parada suba una mujer embarazada o un abuelito y te pares para cederle el lugar (Aunque, a veces, creo que soy la única persona que todavía lo hace). Rápidamente visualizo los lugares vacíos, toda la hilera de a uno está ocupada y solo quedan unos pocos espacios, solos e incómodos, al lado de personas que tienen cara de no querer que te sientes al lado.
  Subirme al colectivo este Miércoles, me genero, en un segundo, mil sensaciones negativas, la poca consideración de los colectiveros, la falta de respeto y la poca cortesía de la gente, el apuro y los empujones. Me preocupa que los simples actos benévolos, como cederle tu lugar a un abuelito, ya no existan.
   Intento despejar eso de mi mente y qué mejor forma de hacerlo que ponerme los auriculares y teletransportarme a otro mundo. Pero... no, los deje en mi casa, y mi única opción es mirar por la ventanilla y esperar que el colectivo me lleve a destino. El día se pone mejor y mejor.
   Al no tener mis auriculares, ni un libro, ni tener mucha batería en el celular, mis sentidos pudieron distenderse y percibir aquellas cosas que uno normalmente pasa de largo:
  Mis ojos vieron a través de la ventanilla, sucia y rayada, mamás e hijos abrazándoce a la salida del jardín, parejitas sin poder sacarse las manos de encima, unos abuelitos cruzando la calle de la mano y nenes exaltados por el pochoclero en la plaza.
   Por otro lado, dentro del colectivo, las personas charlan en un volumen de voz muy alto, ante esto, suelo pensar: "Hable bajo señora, no me interesa escuchar que su gato ya no como el alimento de siempre", pero hoy, mis odios se lo tomaron distinto, "¡Mami, hoy empecé a escribir en cursiva!", "Me invito al cine boluda!!!", "¡Mi nieto menor está a 3 materias de recibirse de contador!", "Sí, pudo quedar embarazada, después de tanto tiempo buscando, la tenes que ver, le brilla la cara". Y ni les cuento el festín que se hizo mi nariz cuando subió un chico con un perfume que olía de lo más rico y encima se sentó adelante mio.
  Llego la hora de bajar y casi me paso de la parada, voy al fondo del colectivo casi corriendo y el chofer me espera. Al bajar me doy cuenta de mi buen humor, de la energía positiva que recorría todo mi cuerpo, de como todo ese mal humor y esa desesperanza por la raza humana que sentía cuando subí al colectivo, se había ido.
  Ver el amor en los brazos de los nenes, la expectativa en sus ojos, la fuerza en las manos de esos abuelos y los besos apasionados de los adolescentes, escuchar el orgullo de esa abuela por su nieto, y de ese nene por su nuevo merito, escuchar de una nueva vida que viene al mundo y como broche de oro, oler el perfume mas rico que había olido hasta el momento. Tanto amor, tanta alegría, -obviamente- me hizo bien, me cambio el aire, y creo que es solo cuestión de percepción.
  Nosotros elegimos que observar, que escuchar, podemos absorber esos comentarios puros y con luz propia, o podemos sumergirnos en las cosas negativas del mundo. La realidad es que un comentario de amor puede, como me pasó hoy, cambiarte el día.
  Yo elijo persivir felicidad. Vos, ¿Qué elegís?
 

lunes, 1 de junio de 2015

Carta abierta al responsable de mi primer desilusión

Carta abierta al responsable de mi primer desilusión...

  Hoy te vi después de mucho tiempo, volví a encontrarme en el reflejo de tus ojos verdes y escuché tu voz, que no cambió en nada. En esos -como mucho- 4 minutos que estuve al lado tuyo hubo un terremoto en mi interior, en todo mi cuerpo. "Me sigue moviendo todo" fue lo primero que pensé, "¿No lo habías superado?" me auto-reproche. 
  Hace casi cuatro años, yo 14, vos 17. Yo llena de fe e ilusiones, vos tan escéptico. Yo con una comedia romántica en mi cabeza y vos conociendo la realidad como la palma de tu mano. Yo creyendo fielmente en tus palabras, y vos sabiendo perfectamente que cada cosa que salia de tu boca era una mentira. Así éramos y así fue nuestra ¿Cómo le digo? ¿Relación? El significado de "relación" según la RAE es "Conexión, correspondencia de algo con otra cosa, enlace entre dos personas" y nosotros nunca fuimos eso, ¿O sí?
  Hoy te vi y volví a sentir toda la tristeza, la frustración y el enojo que sentí en su momento. Otra vez, esa sensación de que se rompía mi ilusión, como si los globos que hacían volar la casita de "Up: una aventura de altura" se pincharan. Porque tus palabras me elevaban, y tus besos me hacían volar, pero esas palabras no eran sinceras y esos besos eran solo para sacarte de tu aburrimiento.
   Hoy te vi y después de sentir todo ese amor mezclado con recentimiento comprendí que tengo que dejar que se vaya todo esto de adentro mio. Tengo que vaciarme y superarte, porque solo superándote a vos, mi "primera desilusión", solo superándote voy a poder crecer y avanzar, porque avanzar es pararse y seguir, y es mucho mas fácil cuando estas liviano.
  Hoy te vi y hoy te escribo, hoy te digo que te perdono. Te perdono todo, y te agradezco también. Te perdono cada lágrima que me hiciste soltar y cada palabra mentirosa que me creí, te perdono cada sentimiento de angustia que me provocaste y te perdono que me hayas roto el corazón. Pero por sobre todas las cosas, te agradezco, te agradezco porque me hiciste sentir. Cuando me cohibía la ira o lo angustia, cuando lloraba desconsoladamente y cuando sonreía por acordarme de tu mirada traviesa. Te agradezco porque me hiciste sentir todo con mucha pasión, me hiciste sentir con todas mis fuerzas. Te agradezco y te perdono que me hayas enamorado, ya que el amor inmenso que sentí con vos, o mejor dicho -por vos- me hizo feliz.
  Te agradezco porque llorar, reír, amar y odiar, es vivir, y con vos me sentí más viva que nunca.


domingo, 31 de mayo de 2015

¿Por qué elegí hacerme texto?

Existiendo tantas cosas en las cuales podría haberme convertido, elegí hacerme texto. Y ¿Por qué texto y no otra cosa?
Hoy, de la nada y atropellada como soy, decidí transformarme en palabras, en oraciones. Decidí que tenía mucho en mi cabeza y que tenía que volcar todos mis pensamientos en un sin fin de letras que podrían cobrar un sentido. Pude haber elegido un diario intimo, pude haber creado un cuento o incluso una canción, pero, otra vez, tome una decisión instantánea (se ve claramente mi talento para tomar decisiones fugaces), y fue hacer público mi texto, poner en Internet mis pequeñas palabritas que pueden ser insignificantes, tal vez hasta invisibles, pero también existe la posibilidad de que en mis palabras otro encuentre lo que no sepa expresar, una personita puede, casualmente, leerme y sentir empatía. Ojala me estés leyendo y me estés sintiendo, ojalá nos podamos conectar y te de placer leerme. Esto es nuevo para mi, pero me gusta, me gusta hacerme texto y poder explayar mi esencia en algo que perdure.
Hoy, con 17 años, 18 en dos meses, busco transformarme en letras para desahogarme, para mutar en algo liviano y energeticamente positivo.
Lo que más quiero es sentir esa liviandad, como la que se siente cuando le confesas una travesura a tu mamá, quiero sentirme liviana de tantas emociones que siento, porque cuando uno es adolescente siente todo con mucha fuerza, y hoy siento eso más que nunca, siento tsunamis de emociones que recorren mi cuerpo, preguntas que chocan contra mi cabeza, angustias que desbordan de mis ojos en todo momento y una felicidad que se vuelve risa permanentemente.
Espero que mi permanencia en este blog no sea tan fugaz como mi toma de decisiones y espero que todo este palabrerío me lleve a ser y estar mejor.